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Muy pocas personas ven lo que se oculta tras el «velo de Isis», tras la penumbra de la oscuridad y la ignorancia. En época Ptolemaica Isis es representada como una mujer vestida de negro y rosa, el velo que le cubría la cara indicaba el misterio de sus conocimientos. Tenía un templo en Sais en el que se podía leer una fórmula escrita que decía:
«Yo soy todo lo que ha sido, todo lo que es y todo lo que será, y mi velo jamás será levantado por ningún mortal. El fruto que he engendrado ha sido el Sol».
Fórmula del templo de Sais
Sus misterios o ritos religiosos eran sólo presenciados por los sacerdotes y los iniciados, formando parte de las ceremonias de iniciación. Dichos misterios se celebraban para pedir inundación, siembra, cosecha y que la vida no se interrumpiera. Entre ellos se encontraba, como el más importante, solicitar la crecida anual del río Nilo.
De todas las civilizaciones cuyo origen se pierde en la oscura noche de los tiempos, es sin duda la egipcia la que más sabor a misterio encierra. Estamos sedientos de conocer lo que hay detrás de un cuerpo envuelto en vendas de lino, o en los jeroglíficos grabados en una piedra, por no hablar de quién son los responsables de las construcciones de las pirámides. Estamos sedientos de conocimiento egipcio.
Ritos del velo de Isis
El ceremonial de los misterios era tan secreto como complicado y entre otros muchos aspectos presentaba los siguientes rituales:
- Romper trozos de maderas, con lo que se conmemoraba el descuartizamiento de Osiris por su hermano Seth.
- Todos los que celebraban la ceremonia llevaban solo ropa de lino de color blanco inmaculado.
- Los egipcios tenían afeitado todo el cuerpo y se habían bañado dos veces antes de la celebración. El baño ritual se realizaba con agua lustral del Nilo.
- En los días anteriores a la celebración, la alimentación había sido purificada.
Otra frase de lo que se le adjudica, dice:
«Yo soy todo lo que ha sido, es y será; conozco tu pasado y tu futuro. Yo soy la Isis del Cielo, tu contraparte, con la que fundirás un día las esencias de tu vida».
Fórmula del templo de Sais – El Velo de Isis
¿Cómo era la iniciación en Egipto?
A lo largo de la historia de la humanidad, y desde sus más remotos orígenes, siempre ha existido un cierto número de personas en posesión de misteriosos secretos y asombrosas tradiciones, cuyo significado les concedían un poder sin límites. La iniciación en Egipto supone la derrota de la muerte por parte del iniciado que, de esta manera, renace a una segunda vida. En las civilizaciones antiguas, el brujo no es más que un iniciado con conocimientos secretos.
Este tipo de personas heredan un poder y una ascendencia sobre el resto de la tribu que le hacen no solo respetado, sino también temido. El tener acceso a las señales de la naturaleza, el conseguir interpretar los símbolos y poder alterar el curso de los acontecimientos, todo esto le convertía al brujo en un ser respetable.
Los iniciados, a lo largo de la historia de la humanidad, han recibido toda clase de nombres, como por ejemplo: brujos, hechiceros, chamanes, magos o sacerdotes. En todos ellos hay un rasgo en común, un nivel de conocimientos muy elevado con respecto a la mayoría de la población.
Tienen la capacidad de saber el futuro, interpretar o hacer sonidos especiales, cumplir con las manos efectos peculiares, el arte del ilusionismo, curar por medio de secretas frases usando voces ficticias. Ya sean los misterios verdaderos o falsos, el nivel de conocimientos han sido diferentes durante épocas.
Los secretos de Egipto
El Antiguo Egipto tenía una religión tan desarrollada, tan plena de matices, mitos e historia, que implica una amplia base de sacerdotes que estudiaron, profundizaron y difundieron ese cuerpo de doctrina con un trabajo de pensamiento de miles de años. La religión egipcia no es fruto de casualidad, sino el resultado de una gran labor por parte de los iniciados que, a lo largo de muchos siglos de evolución, aportaron su trabajo y sus ideas. El Rey, encarnación del dios que predominaba en el culto, era al mismo tiempo el mayor iniciado y el Primer Sacerdote de la doctrina.
Como iniciado era el que más alto nivel poseía. Para llegar a ello tenía que pasar por las mismas pruebas que superaban los demás sacerdotes, al igual que éstos, era poseedor de todos los secretos que implicaba su alto rango. Al mismo tiempo existía un cuerpo femenino de sacerdotisas, llamadas «Cantantes del Dios», y que formaban parte del «harén» de Ra o de Amón, según el año de la historia. La Esposa del Dios era la primera esposa del rey y las demás sacerdotisas eran las Concubinas del Dios.
Los discípulos en Sais
Las primeras etapas de la iniciación del «Velo de Isis» encerraban el máximo misterio y el máximo secreto. Las pruebas de selección eran complicadas y llenas de un gran simbolismo. Llegar a ser un iniciado presuponía el renacimiento. Y volver a nacer implicaba morir. Estamos hablando de una muerte simbólica, pero para el novicio que debía superar la prueba era como si muriera realmente. El neófito, apenas un niño en muchos casos, tenía que soportar experiencias complicadas. Los discípulos de Sais comentaban algo así:
Uno de ellos era todavía un niño;
Los Discípulos en Sais – Novalis
en cuanto llegó, el Maestro quiso dictarle la enseñanza.
Tenía hermosos ojos obscuros, de fondo azulado;
su piel resplandecía como las azucenas;
y sus cabellos relucían cual nubecillas al atardecer. Su voz nos conmovía.
De buen grado le hubiéramos dado
nuestras flores, nuestras piedras, nuestras plumas,
y todo lo que poseíamos.
Sonreía con placidez infinita y, a su lado, experimentábamos una dicha extraña.
Un día regresará –dijo nuestro Maestro– y ha de permanecer entre nosotros;
entonces, la enseñanza terminará.
La tentación del sexo
La tentación sexual no estaba fuera de las pruebas por las que había de pasar. Así, la presencia de una bella sacerdotisa, cuyos encantos se salían de lo habitual, era una prueba que provocaba y trataba de seducir al neófito. El aspirante era conducido para cada una de las siete pruebas a un lugar secreto del templo y sometido a experiencias tales como el «viaje al reino de la vida y de la muerte», «la galería de los símbolos», «la prueba de los cuatro elementos», «la confusión de los sentidos» o «la tentación del sexo».
En el templo de Sais, bajo la imagen velada de Isis, hay un grabado en piedra en el que se lee:
«Y ningún mortal podrá levantar mi velo y ver lo que hay detrás, si no es esa mi voluntad».
Fórmula del templo de Sais – El Velo de Isis
El iniciado se encuentra con Isis al ser preparado como tal y queda bajo su protección maternal. Isis, la misteriosa diosa lunar, personificación de la naturaleza, dadora de vida y salud es virgen y madre, y protege a los que están bajo su advocación. Para aquel que ha traspasado el velo y alcanzado el Gran Arcano, Isis no tiene limitaciones. Si Isis no tiene restricciones, la vida, la muerte y el mundo, tampoco lo tienen. Al ser la madre de Horus, se la considera como la «Reina Madre» por excelencia.
Diosa Isis
Entre sus muchos aspectos como diosa, forma parte de la tripulación de la barca solar en la que va en primer lugar, en la proa. Se la considera como la madre de todos los dioses y capaz de actuar en todos los ámbitos, tanto en el mundo de los vivos como en el de los muertos. Es de culto muy antiguo en la zona del Delta, donde se encontraba el Iseo, un templo dedicado a Isis. Se la nombra en los Textos de las Pirámides más arcaicos: la tumba de Unas de la Dinastía V. Es la figura principal del panteón egipcio y su imagen es omnipresente.
Entre otros títulos se la conoce como «Señora de la Pirámide». Forma parte de la Enéada de Heliópolis. Se la representa con un trono sobre la cabeza, lo que hizo que se la asociara con la monarquía, como protectora del trono real. Ella era el verdadero poder donde residía la legitimidad para ser rey de Egipto.
Los 12 nombres de Ra
Ra tenía 12 nombres secretos y solo Isis llegó a conocerlos mediante una estrategia. Para ello utilizó una serpiente que ella había fabricado con baba de Ra y barro del Nilo e hizo que mordiera a este. Ra, que ya estaba viejo, empezó a encontrarse muy mal por la mordedura de serpiente y lleno de dolores, recurrió a Isis para que la liberara con su magia del problema. Isis le obligó a decir sus doce nombres y le liberó del maleficio de la serpiente. Este conocimiento sobre Ra le hizo adquirir todo el poder de este y así se convirtió en la «Gran Maga» o «La que es grande en magia».
Isis era una mujer de gran inteligencia, «con un corazón más hábil que un millón de hombres». El hecho de saber los doce nombres secretos de Ra le daba, también su gran poder. Así se convirtió en soberana de los dioses y, al traspasar esos poderes a Horus, su hijo, este adquirió del mismo modo una gran fuerza mágica. Era, además, la «Madre de Dios» porque el rey viviente era identificado como Horus.
Pero también se la representaba como una vaca con el disco solar entre los cuernos, pero este aspecto es ya en el periodo final de la civilización, en el periodo Ptolemaico. Por su unión con Osiris es la diosa protectora del matrimonio y símbolo de la fidelidad conyugal. La Situla, llamada la «teta de Isis», era un vaso con forma de pecho femenino, se utilizaba para las ofrendas de leche y agua en las ceremonias religiosas.
Referencias
- Jose Ignacio Velasco (2010). Egipto Eterno, 10000 a.C. – 2500 a.C. Editorial: Nowtilus. ISBN 9788497634960
- Novalis (1988). Los Discípulos en Sais. Editorial: Hiperion. ISBN 9788475172286